Sobre mí

Soy Carolina Flores Hine, una mujer decidida, sensible y comprometida con iniciativas de innovación inclusivas, sostenibles y responsables con el presente y futuro de las nuevas generaciones.

Aquí puede ver mi curriculum pero le invito a leer aquí si prefiere conocer un poco mi historia. Me parece que así será más fácil entender cómo, de toda esta mezcla de experiencias, surge mi mirada particular hacia la innovación con o sin fines de lucro, abierta o propietaria, comercial o social. También puede escuchar el podcast de PXS en el que hablé un poco de esto. Puede escucharlo en Soundcloud o en Spotify o conocer mi visión en este video del canal Si me lo hubieran dicho antes.

Todas las hélices de los modelos de innovación han sido mis campos de acción en determinados momentos. Desde mi perspectiva, esto me permite proponer estrategias más integrales que responden a la creciente complejidad del contexto en el que vivimos. Voy a contarles un poco de cómo fui tocando base en el sector privado, la academia, la sociedad civil, la administración pública y en menor medida, en medio ambiente.

Empiezo por mis estudios base. Además de periodismo durante un año o dos, me gradué de bachiller en psicología hace algunas décadas y después cursé la licenciatura. De todas las psicologías, me enamoré de la psicología social y comunitaria. Ignacio Martín-Baró sigue siendo un referente y sus postulados sobre grupos, el sistema, el poder y la ideología forman parte de mis lentes para entender el mundo. En 2021 decidí retomar esta carrera y en agosto de 2022 defendí la tesis en coautoría con William Delgado. Estudiamos 13 procesos de decisión de rotación laboral voluntaria que ocurrieron en el contexto de pandemia, buscando si las dimensiones del Bienestar Psicológico estaban presentes en los relatos. Además, identificamos los enfoques de liderazgo predominantes y algunos elementos que favorecieron la rotación laboral.

En 2013 me gradué de la Maestría en Gestión de Innovación de la Universidad Nacional (MAGIT) y eso llegó a dar una columna vertebral a mis experiencias tan variadas. La MAGIT no solo me brindó herramientas concretas para aportar mejor a las organizaciones en sus procesos creativos y de gestión, sino que amplió mi mirada hacia la política pública. Ese aprendizaje se complementó con la certificación de la Universidad de Leipzig que se impartió en Costa Rica gracias a un convenio MICITT-UTN y luego vino a confluir con las herramientas de Lean Startup, Propuesta de Valor, Design Thinking y muchas otras que pusimos en práctica en AUGE UCR, agencia de gestión de emprendimiento en la que pude acompañar varios emprendimientos en su proceso de validación de producto o de modelo de negocio. En esta etapa además pude profundizar mis conocimientos sobre propiedad intelectual y valoración de tecnología, para comprender mejor los distintos modelos de monetización.

Muchos años antes de todo eso, apoyé y posteriormente produje un programa de radio llamado Voces del Tercer Mundo. Lo transmitíamos los domingos por Radio U y durante dos horas, mezclábamos noticias y análisis de geopolítica de países del tercer mundo con su música, sus costumbres, su magia. Los pensadores principales del espacio fueron un historiador y un economista. Yo contribuía organizando, buscando personas invitadas pero al final terminé siendo conductora, productora y entrevistadora.

En comunicación también tuve otras experiencias. Fui parte del equipo de las primeras plataformas de participación política en Internet de Costa Rica, desde donde logramos impulsar el primer caso integral de activismo en línea del mundo, alcanzando todos los niveles conocidos hasta esa fecha: informando, construyendo redes colaborativas y activando redes presenciales de difusión. Algún tiempo después, la campaña de Obama en EEUU se hizo famosa y se dejó las medallas, pero nosotros con nuestro público activista lo hicimos primero.

Durante estas experiencias, pude poner en práctica mis habilidades con las tecnologías de información y comunicación. A pesar de no ser “nativa digital” mi relación con las TIC nació muy temprano. Mi primer computadora fue una Commodore 64 y aunque me dedicaba más a jugar Bruce Lee que a practicar DOS, la máquina no se me hacía extraña. Tampoco era raro el robot que me ayudaba a deletrear en el Speak & Spell de Texas Instruments que me regaló mi papá a los 7 años. Pero no fue sino hasta entrar a trabajar con Fundación Acceso que entendí que esa herramienta para aprender era la puerta a un mundo de oportunidades para esas mujeres feministas salvadoreñas, para la gente campesina de Honduras y Nicaragua, o para las mujeres indígenas artesanas de Guatemala. La oportunidad de trabajar para mejorar el acceso, uso y apropiación de las TIC de todas esas personas marcó en mi vida un antes y un después. Desde entonces, mi perspectiva sobre la implementación de tecnologías, la seguridad de la información y la transformación digital está atravesada por un enfoque centrado en las personas, por el aprendizaje significativo y por un potencial liberador. ¿Cómo entonces no llegar por ese camino al Software Libre?

El Software Libre merece párrafo aparte. Desde que en el año 2006 me hablaron de que había un tipo de programas para computadora que no tenían una licencia restrictiva, sino que permitían que se compartieran, se mejoraran, se estudiaran y se desperdigaran esas mejoras como semillas; supe que ese sería un amor eterno. Después pude conocer a quienes ahora son mi familia y tuve la dicha de ayudar a fundar la Red Costarricense de Software Libre, un colectivo reunido con el objetivo de promover el SL desde una perspectiva política, no centrada en lo técnico. Desde entonces, el SL y los derechos digitales son mis pasiones y al día de hoy, sigue habiendo plantas sembradas por toda Centroamérica que resultan de esas experiencias.

Y así fue como llegué a las PyMes. Se me ofreció la oportunidad de coordinar un proyecto del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo que se enfocaba en impulsar que gobiernos locales y MiPyMEs de artesanía, comercio detallista y turismo, implementaran plataformas tecnológicas de Software Libre para mejorar su desempeño. El proyecto incluía aportes a las comunidades de Software Libre (entendiendo que el rol de la sociedad civil es fundamental para sentar las bases firmes de un cambio) y además contemplaba fortalecer el sector empresarial que ofrecía servicios en este modelo (básicamente, no debíamos generar demanda sin oferta). De ahí surgió el Capítulo de Empresas de Software Libre de CAMTIC y ExpoSOL, la única feria de servicios en Software Libre que se ha organizado en el país. ¿Impacto? Con las MiPyMEs fue muy limitado. Claramente la brecha que se debe recorrer para implementar tecnologías en empresas con una gestión muy “artesanal” no se iba a resolver con un programa de cómputo. Sin embargo, los gobiernos locales participantes del proyecto han continuado implementando soluciones de Software Libre y compartiendo su conocimiento en una especie de comunidad. No es casualidad que sean estos cantones los que destacan en los índices con sus sitios web y otras iniciativas TIC, casi 8 años después. En cuanto a las empresas proveedoras de servicios, el Capítulo de CAMTIC operó muy bien durante varios años y se encargó de abrir el camino difundiendo el modelo y apuntando a que los carteles de licitación fueran neutrales. Hoy en día es indiscutible que las empresas que lograron madurar en sus procesos de gestión (algo independiente del tipo de software que utilicen) se han afianzado y han crecido. Fue en esa época cuando cursé la Maestría en Gestión de Innovación, formación que luego vino a confluir con las herramientas que pusimos en práctica en AUGE UCR.

Posteriormente me incorporé de lleno en Establishment Labs. Ya antes había colaborado como consultora pero el proceso previo al IPO (oferta pública de acciones en NASDAQ) requería de un mayor compromiso con la empresa. Allí tuve el cargo de Innovation Catalyst en el que trabajé principalmente en fomento de cultura de innovación, metodologías para la fase temprana del proceso de innovación de producto y las relaciones con el ecosistema de ciencia, tecnología e innovación del país. Como parte de esa experiencia, pude aprender sobre procesos de desarrollo y aprobación regulatoria de dispositivos médicos, además de sensibilizarme en temas como el cáncer mamario y la importancia de que las mujeres conozcamos mejor qué implica un proceso de reconstrucción. En esa época inicié mi colaboración con el clúster de Ciencias de la Vida CR biomed, formando parte de su Junta Directiva y fundando su programa de apoyo a emprendimientos llamado ESPORA.

¿Qué más? Soy escritora. En 2018 salió publicada mi primera novela “Apenas un Aire” y estoy trabajando en la segunda. Además, soy una apasionada de Scrum y actualmente estoy profundizando en el ámbito del liderazgo positivo, la importancia de la seguridad psicológica en los equipos de trabajo y la inclusión de personas neurodiversas en las organizaciones. Mi expectativa es poder ligar estos puntos de vista en una sola forma de transformar nuestras organizaciones hacia una gestión más eficiente y feliz.

También soy docente. Durante cuatro años formé parte del equipo de la carrera de Administración Pública de la Universidad de Costa Rica en la modalidad de currícula por competencias. Ahí confirmé que me encanta enseñar y, que incorporar enfoques como Design Thinking en el diseño de servicios públicos, además de la perspectiva de Gobierno Abierto son el camino correcto hacia una relación gobierno-ciudadanía genuinamente sana. Actualmente soy docente del curso Herramientas de Creatividad para la Innovación en la MAGIT, donde comparto el curso una vez por año.